Como todo comienzo, todo nuevo año, es como un primer paso o como la primer palabra con que comienza una nueva historia. Pero, al mismo tiempo, cada inicio de un año nos representa la oportunidad de reflexionar en todas nuestras decisiones, en todos los comienzos y en todas las historias que han precedido, en este caso, a este 2023. Nuestra mirada, por tanto, se haya dividida, tal como la doble cara del antiguo dios Jano, llevándonos a reflexionar en todo lo que hemos vivido y definiendo, a su vez, la perspectiva de todo lo que esperamos vivir a partir de ahora.
El pasado y el futuro convergen justo en el momento que estamos viviendo, pero para que este punto de convergencia alcance su mayor significado, nos resultará muy útil no perder la oportunidad que ahora mismo tenemos, no sólo de reflexionar en nuestro pasado, sino de reconsiderar las decisiones que hemos tomado. ¡Sí!, porque al «Año Viejo» y al pasado, solemos verlos como si fuera algo ya muerto e inamovible, mientras que al Año Nuevo y al futuro, siempre quisiéramos verlos como una hoja en blanco o como un comienzo «desde cero». Pero a veces olvidamos que existe una «tercera puerta», una tercera posibilidad que es, precisamente, la posibilidad de «volver sobre nuestros pasos», con el propósito de hacer un cambio en el rumbo que hemos tomado.
«Esto es como ir conduciendo por un camino» –nos diría Steve D’Shazer, en su libro «Claves para la solución en Terapia Breve»–, pues continuamente estamos tomando decisiones y, una vez que damos un giro, dejamos de ver todo lo que podríamos ver si hubiéramos tomado otro camino o si en lugar de dar vuelta a la derecha hubiéramos dado vuelta a la izquierda. Cada decisión que vamos tomando nos abre a una nueva perspectiva y a una nueva historia pero, al mismo tiempo, cada decisión implica dejar de lado otras opciones.
¡Claro!, tomar decisiones es inevitable y, como quien diría, «nadie puede tenerlo todo». Además, es un hecho que hay decisiones más importantes que otras y también es cierto que no podemos detenernos a analizar cada paso que damos. Pero la cuestión es que, al llegar a un Año Nuevo, no sólo nos hallamos ante la posibilidad de tener nuevas experiencias, sino ante la posibilidad de «volver a ver» lo que hemos dejado de ver y, por tanto, ante la posibilidad de reencontrarnos, de resolver asuntos que tenemos pendientes y de sanar heridas.
Incluso, un Año Nuevo nos representa la posibilidad de poner en la balanza nuestras «leyes» grabadas en piedra y de quitar las etiquetas que hemos puesto a otros, así como las etiquetas que nos hemos puesto a nosotros mismos. Una gran oportunidad para restarle importancia a expresiones como «¡jamás!», o como, «¡nunca!» y, entonces, volver al punto de partida y abrirnos a perspectivas y posibilidades que creíamos olvidadas. Posibilidades, al fin, que nos permitan rehacer el camino y comenzar de nuevo…, y comenzar mejor.
** Este artículo es de difusión y no tiene fines de lucro. Fue escrito por Víctor Castillo y está registrado bajo licencia de Creative Commons. Derechos Reservados.