Las dos caras de la salud y la motivación


Existe un antiguo y conocido dicho que dice: «mente sana, en cuerpo sano». Ya nos lo decían nuestros abuelos y, hasta el día de hoy, suele utilizarse para recordarnos que nuestra persona es, antes que nada, un organismo vivo en el que interaccionan distintos subsistemas, cuyas necesidades es preciso atender para mantenernos sanos.

El problema, sin embargo, es definir qué es una «mente sana», pues esta ha sido una labor que le ha quitado el sueño a varias generaciones de filósofos, teólogos, psicólogos, psiquiatras, educadores y padres de familia. En especial, porque la salud emocional y cognitiva suele mezclarse con conceptos morales y religiosos.

No es mi intención, por tanto, resolver aquí este intrincado problema. Con todo, me atrevo a decir que podremos avanzar bastante, si al pensar en una «mente sana» pensamos, también, en el significado de la motivación, pues podremos descubrir, entonces, lo importante que es para nuestra salud (mental y cognitiva) el tener claridad con respecto a lo que nos incentiva y, consecuentemente, tener claridad con respecto a nuestras metas.

En este sentido, es innegable que si nuestras metas no están bien definidas o, peor aún, si no tenemos una meta, nos será muy difícil sentirnos motivados. Pero si miramos hacia adelante, si tenemos una meta y, más aún, si comenzamos a definir planes, estrategias y técnicas que nos permitan alcanzar lo que deseamos, es un hecho que estaremos nutriendo las raíces de una «mente sana», pues cada uno de estos elementos nos llena de energía y activa nuestra mente, manteniéndola saludable. Justo como ocurre con cada órgano y músculo de nuestro sistema, recordemos que también nuestra mente requiere movimiento (metas+motivación+estrategias) y actividad constantes.

Claro que al pensar nuevamente en nuestro cuerpo y en la actividad y el movimiento que necesita para mantenerse sano, volvemos a escuchar de fondo ese viejo dicho que nos dice, «mente sana, en cuerpo sano». Pues la cuestión es que de poco podrá servir a nuestra motivación el tener una meta clara y bien definida, si nuestro cuerpo está bajo de energía. Después de todo, la motivación también depende –¡y vaya que depende!– de los hábitos que podamos desarrollar para cuidar nuestro cuerpo.

Sentirse «motivado» o «desmotivado»; sentirse «por los suelos» o «en las nubes», depende de cuestiones tan importantes como la alimentación, el sueño, el ejercicio y el manejo del estrés. Así que no todo es una cuestión de «actitud» o de claridad en nuestras metas, sino de estar al tanto de «las dos caras de la salud y la motivación», cuidando de nuestra persona de manera integral, para sentirnos motivados y con energía.

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