¡No esperes hasta que el problema se resuelva!


“No pude esperar por el éxito, así que seguí adelante sin él”.
Johnatan Winters.

Uno de los libros más recientes de Bill O’Hanlon (uno de los fundadores de la Terapia Breve Centrada en Soluciones), comienza con esta interesante frase del comediante norteamericano Johnatan Winters, la cual puede tener, al menos, dos lecturas. Por una parte, puede pensarse en el hecho de que Winters no aguardó a que el éxito simplemente llegara a él, sino que tuvo que buscarlo activamente a lo largo de toda su vida, aunque también es probable que, con esta frase, Winters se haya referido a la necesidad de seguir siempre adelante, luchando contra la inmovilidad que puede generar la obsesión por el éxito o, en el otro extremo, la obsesión por un problema no resuelto.

En este sentido, la frase de Winters me lleva a pensar en una de las técnicas que más me ha llamando la atención de la Terapia Centrada en Soluciones y que tiene que ver, precisamente, con la posibilidad de seguir actuando o de comenzar a actuar, aunque la meta aún se haya alcanzado o aunque el problema aún no esté resuelto en su totalidad. Y esto me llama la atención, porque me asombra pensar en todo lo que solemos dejar de hacer o en todo lo que podemos llegar a aplazar, por estar siempre esperando a que se nos presente «la situación ideal».  

Es cierto que existen situaciones que, en efecto, parece que necesitan resolverse antes de que podamos comenzar a hacer algo nuevo o diferente. En otras ocasiones, sin embargo (quizá en la mayoría), solemos no darnos cuenta de que existen muchas cosas que ya podemos comenzar a hacer, pero que no hacemos o que damos por descontadas, debido al «cáncer» de algún problema, que no sólo nos inmoviliza, sino que vemos crecer abarcando cada vez más áreas de nuestra vida.

A propósito de este sesgo —que obstruye gravemente nuestra visión y nuestras capacidades—, recuerdo un caso que, cuando lo leí (siendo aún  estudiante en la Facultad de Psicología), me dejó muy marcado, pues refería el momento en que un terapeuta centrado en soluciones, preguntaba a una paciente por las cosas que haría diferentes una vez que los problemas con su pareja estuvieran resueltos. Entre todas las cosas que esta mujer enumeró, acabó diciendo que, una vez que estuviera mejor con su pareja, retomaría sus estudios, lo cual era algo que le causaba bastante ilusión. Entonces el terapeuta le preguntó, «¿y si de todos modos lo haces?, ¿y si retomas tus estudios?» Y lo interesante es que, ¡era verdad! Porque nada le impedía a esta mujer retomar sus estudios y, sin embargo, los problemas con su pareja habían bloqueado su perspectiva, reduciendo drásticamente el panorama de las posibilidades que tenía a mano (este caso es citado por Cade y O’Hanlon, 1995) .

Es asombroso, por tanto, el modo en que un problema puede ir «carcomiendo» aspectos de nuestra vida cada vez amplios, pero es también asombroso cómo el sólo hecho de pensar —digamos, «pro-activamente»— en lo que queremos hacer «cuando el problema esté resuelto», resulta un ejercicio muy productivo que nos confronta con todo lo que, de hecho, ya podemos comenzar a hacer y comenzar a hacerlo, ¡ahora mismo! Y esta posibilidad, la de irle ganando terreno al problema, es lo que puede llevarnos, además, a enfrentarlo de una mejor manera, bajo la perspectiva de «hacer» y «recuperar» valiosos aspectos de nuestra vida que parecían muertos y enterrados, pero que en realidad siguen vivos, listos para que los retomemos.

«Pero, entonces» –alguien pudiera preguntar,— «¿vale pensar en la meta, en el futuro, en la solución de los problemas y en una situación ideal?» ¡Desde luego que SÍ!, ¡claro que sí!, lo único es que debemos notar la diferencia que existe entre mirar la meta pasivamente (sólo añorando, inmovilizados, esperando que las situaciones se resuelvan por sí mismas) y mirar la meta de manera activa, pensando en lo que ahora mismo ya tenemos, en nuestras habilidades, en nuestros incentivos y en lo que ya podemos comenzar a hacer, aunque aún no hayamos alcanzado la meta del todo o aunque el problema no esté resuelto en su totalidad. En este sentido, bien vale concluir considerando cada uno de los aspectos que Furman y Ahola (1992) subrayan como característicos de una visión positiva del futuro:

“… una visión positiva del futuro invita a la esperanza; la esperanza a su vez ayuda a superar las penurias presentes, reconocer los signos de la posibilidad del cambio, ver el pasado más bien como una prueba que como una desgracia, e inspira soluciones” (p. 91)

Referencias:
Cade, B., y O’Hanlon, H. W. (1995). Guía breve de terapia breve. México: Paidós.
Furman B., y Ahola, T. (1992), Solution talk: Hosting therapeutic conversations, Nueva York: W. W. Norton
O’Hanlon, B. (2018). A Lazy Man’sGuide to Success. Publicación Independiente Registrada bajo licencia de Creative Commons.

Nota:
Este Artículo es de difusión y no tiene ánimos de lucro. Fue escrito por Víctor Castillo Morquecho y registrado bajo licencia de Creative Commons, 4.0. Derechos Reservados.

Si deseas conocer más de la Terapia Breve Centrada en Soluciones, visita la página: Narrativa Creación Soluciones

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