¡TÚ ERES TU MEJOR ALIADO!

  




Todos hacemos cosas sin saber porqué y el problema es que algunas de estas cosas perjudican nuestra salud, nuestro bienestar o perjudican nuestras relaciones con los demás. Simplemente, en nuestra vida diaria vamos reaccionando conforme se nos van presentando las circunstancias y sólo cuando nos damos un tiempo para reflexionar nos surgen preguntas: «¿pero por qué tuve que alzar la voz?», «¿cómo es que perdí el control?», «¿por qué no pude resistir ese antojo?», «¿cómo es que no puedo sacarme esos pensamientos de la cabeza?», etc., etc., etc.


Mucho antes de que S. Freud comenzara a desarrollar su teoría de «lo inconsciente», médicos como G.H. von Schubert y literatos como E.T.A. Hoffmann, ya postulaban la idea de que al interior de todos nosotros existe «un otro» que suele tomar las riendas de nuestra conducta. Una idea que estaba latente en todo un ambiente cultural, pues en la actual Alemania, popularmente se creía que todos tenemos un «doble». Algo semejante a la sombra que todos proyectamos y que, como tal, estaría compuesto por nuestra parte más oscura. 

 

Definitivamente, esta idea de lo inconsciente continúa vigente en nuestros días y en función de esta idea suele explicarse el porqué, a veces, actuamos como si fuéramos otra persona o porqué, en ocasiones, simplemente perdemos el control. Pero es importante saber que existen otras teorías de lo inconsciente, las cuales se han encargado de subrayar, no la parte más oscura y conflictiva de nuestra interioridad (o psique), sino la parte más constructiva.


¡Sí!, porque aveces también ocurre que actuamos como «un otro», pero para nuestro bien o para el bien de los demás. De hecho, esta es la tendencia que suele prevalecer, pues frente a una circunstancia conflictiva –sea que nos venga de fuera o sea que nosotros mismos la hayamos generado–, lo que al final siempre buscamos es hallar una solución y, en este proceso, también solemos tomar acciones de manera «inconsciente» que apuntan hacia una mejora o que, definitivamente, «dan en el clavo». 


Por tanto, estas otras teorías de lo inconsciente –como la que postula M. Erikson– sugieren que debemos prestar mucho más atención a la forma en que nuestro inconsciente actúa para nuestro bien. Prevalece la idea de que, al interior, cada uno de nosotros tiene un almacén de recursos y «sabe» lo que es mejor para sí mismo, sólo que, en ocasiones, no reconocemos, no valoramos o no dejamos que este conocimiento interior actúe, pues los problemas que cotidianamente enfrentamos nos tienen ¡tan saturados!, que nublan nuestra visión y, entonces, seguimos manteniendo estos mismos problemas.


Pensemos, por ejemplo, en una pareja que enfrenta el problema de tener constantes discusiones. Será común para esta pareja dar por sentado que «siempre» pelean, pero lo que suele pasarse por alto (¡y que es en lo que es necesario prestar más atención!) es lo que esta pareja hace para dar por terminada una discusión o las ocasiones en que esta pareja logra hacer algo diferente, que no sea discutir de manera infructuosa.


Una persona que tiene el problema de comer de manera compulsiva –por poner otro ejemplo– suele pasar por alto todo lo que ella misma hace para recuperar el control o las ocasiones en que logró hacer algo diferente, que no fuera ceder a este impulso. Y lo mismo ocurre con los pensamientos «obsesivos», pues llega un momento en que, quien  los enfrenta, logra poner un freno y pensar en otra cosa.


Todos tendemos a superar impulsos y circunstancias negativos (y que nos ocasionan problemas), por lo menos durante parte del tiempo y con distintos grados de eficiencia. Lo importante es que podamos descubrir y utilizar las excepciones al problema que, de hecho, nosotros mismos estamos generando a partir de nuestros propios recursos.

Entonces, ¡llamémosle como mejor nos parezca!, pero el hecho es que nuestra psique o nuestro inconsciente, nunca dejan de trabajar en la construcción de soluciones. Y aunque es un hecho que, al principio, puede que nos sea difícil prestar más atención a todo lo que efectivamente hacemos para poner una alto a los problemas o a lo que hacemos diferente, al final lograremos desarrollar una costumbre que nos llevará a observar y valorar todo lo que, hoy mismo, cada uno de nosotros está haciendo para estar bien o para sentirse mejor. 


Bien podemos concluir, por tanto, diciendo que, más que vernos como individuos que tienden a «autosabotearse» (de manera «inconsciente»), podemos comenzar a vernos  nosotros mismos como nuestro mejor aliando. Después de todo, nadie mejor que nosotros mismos sabe lo que necesitamos y constantemente tomamos acciones muy concretas –desde lo consciente y desde lo inconsciente–, que nos conducen hacia distintas soluciones. Sólo es cuestión de apreciar, valorar y darle seguimiento a ese «voz» que nos mueve a superar un problema. Así que, ¡presta atención!, pues son tus propios recursos los que te están «llamando».



 

** El contenido de este artículo es de difusión, fue escrito por Víctor Castillo Morquecho y está registrado bajo licencia de Creative Commons. Derechos Reservados.









  



ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO